La caza de Diana

El cuadro de Domenichino La caza de Diana fue pintado entre 1616 y 1617 por encargo del patrón del artista, el famoso filántropo cardenal Pietro Aldobrandini. Por orden de Scipione Borghese, la obra fue confiscada en el taller del pintor. Así, Pietro Aldobrandini, que era sobrino del Papa Clemente VIII, perdió su cuadro.

Referencia histórica

La historia de la creación de la obra es insólita e interesante: poco después de que el cardenal Pietro Aldobrandini incorporara la Bacanal de Tiziano Vecellio a su colección, se dirigió a Domenichino para que le encargara otro cuadro, similar en estilo y textura.

La habilidad del artista para transmitir la luz y la sombra le permitió encontrar una solución realmente innovadora para la tarea que tenía entre manos. A diferencia de Tiziano, Domenichino decidió no centrarse en el brillo de la paleta de colores, sino en el dinamismo y la sensación de movimiento de las figuras de los personajes. El pintor dio el protagonismo a la belleza apacible de las imágenes femeninas, a la gracia de los animales y al esplendor del paisaje de fondo.

Descripción de la obra

Domenichino se inspiró en la epopeya Eneida, escrita por el autor romano Virgilio entre el 29 y el 19 a.C., es decir, en los versos poéticos que relatan la competición de los arqueros, amigos del famoso Eneas.

El artista utilizó el tema antiguo a su manera, representando a las bellas ninfas compitiendo entre sí en la precisión de sus disparos. Los textos latinos de Virgilio hablan de los majestuosos guerreros que participaron en el torneo. Una escena del poema Eneida que describe el momento en que una de las flechas disparadas por un arco da en un árbol, la segunda en una cinta y la tercera en un pájaro que cae, se describe también en el cuadro La caza de Diana.
Según algunos investigadores, uno de los contemporáneos de Domenichino, Giovanni Battista Agucchi, escritor y teórico del arte con el que el artista discutía a menudo cuestiones de iconografía, influyó mucho en el argumento de la obra, proponiendo plasmar en el lienzo a las antiguas ninfas que participaban en el concurso dirigido por la diosa Diana.

Además, el tiro con arco podría tener un significado metafórico y personificar una sutil sugerencia hecha por el pintor a cierta persona de alto rango.

Tales referencias alegóricas eran típicas de la época, siendo un ejemplo el «mensaje» cifrado para el Papa Pablo V (en el mundo – Camillo Borghese) en los versos de la obra Sacri Sermoni, creada por el poeta italiano Giambattista Marino.

Al contemplar el cuadro, el espectador parece estar entre las ninfas que acompañan a Diana, la bella diosa de la caza y la fertilidad, para entrar en el maravilloso mundo de la Arcadia, el lugar donde se desarrollaron los acontecimientos de los antiguos mitos romanos. Las metáforas de la fuente literaria se plasmaron con éxito en la obra de Domeninico, con la participación de Giovanni Battista Agucchi, que fue secretario del cardenal Pietro Aldobrandini y actuó como principal mentor del artista en el diseño conceptual de su creación.

Al recrear la atmósfera lúdica de las ninfas, Domenichino pretendía plasmar en el lienzo la narración poética y la cronología de los acontecimientos, demostrando la superioridad de la pintura sobre la literatura.

El maestro consiguió prácticamente destruir los límites tradicionales entre los distintos tipos de arte, tocando un tema muy debatido en la época del Barroco. El espectador comprende fácilmente la esencia de lo que ocurre en las poses, los gestos y las expresiones de los personajes, mientras que las imágenes desenfrenadas permanecen encerradas en formas clásicas. Así, mirando a una de las ninfas con galgo, se puede adivinar fácilmente la historia de dos hombres que se esconden tras unos frondosos arbustos en la parte derecha del lienzo.

Según la antigua mitología, el joven cazador Acteón, tras ver a Diana bañándose en el río, provocó la terrible ira de la diosa, por lo que se transformó en ciervo y fue mutilado por sus propios perros. En la parte inferior central del lienzo está representada una de las ninfas. El cautivador cuerpo desnudo de una bella doncella está sumergido en el agua, y una mirada suave y sensual se dirige al espectador, creando un efecto inusual: parece como si la protagonista te invitara a entrar en el maravilloso mundo creado por el pintor. Esta técnica artística no es más que un intento de volver a trascender los límites establecidos, muy característicos del arte barroco.

Análisis del trabajo

Fue la sencillez de la solución compositiva, y no la complejidad de la paleta de colores, lo que permitió a Domenichino transmitir la belleza de la naturaleza con increíble habilidad.

Al mismo tiempo, el artista utilizó hábilmente los tonos característicos de las obras de los maestros venecianos: transiciones inusuales del verde intenso al amarillo, del blanco al azul, así como varios tonos de púrpura. La diversidad parece ser una solución realmente innovadora, que crea una atmósfera especial en el trabajo. Gracias a la gradación de los colores y a las armoniosas transiciones de un semitono a otro, las montañas azules se abren en el fondo, asombrando por su realismo y atestiguando el interés del artista por la teoría de la perspectiva aérea de Leonardo da Vinci.

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El autor: Domenichino

Domenico Zampieri

Domenico Zampieri (1581-1641), conocido como Domenichino, fue un pintor barroco italiano de la Escuela Boloñesa de pintores. A lo largo de los siglos XVII y XVIII, sus pinturas fueron consideradas las segundas después de las de Rafael, pero a mediados del siglo XIX cayó en desgracia. No volvió a ser famoso como clasicista barroco hasta el siglo XX. Sus obras son conocidas por sus composiciones lúcidas y equilibradas, sus expresiones sobrias y los gestos comedidos de las figuras.

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