Apolo y Dafne
Apolo y Dafne es un grupo escultórico creado por el artista Gian Lorenzo Bernini entre 1622 y 1625 y expuesto en la Galería Borghese de Roma. El argumento se basa en una escena del poema Metamorfosis del antiguo escritor romano Ovidio, en la que el protector del sol Apolo llega a la bella ninfa Dafne.
Referencia histórica
Apolo y Dafne es la última de una serie de esculturas realizadas por el joven Bernini para su mecenas, el cardenal Scipione Borghese. Tras la creación de la estatua Plutón y Proserpina, que Scipione Borghese regaló al sobrino del siguiente Papa, el cardenal Ludovico Ludovisi, el artista comenzó inmediatamente a trabajar en la escultura Apolo y Dafne. La mayor parte de las obras se completaron en 1622-1623. Luego hubo una breve pausa, probablemente asociada a la creación de la escultura David.
La obra se terminó en 1625. Según los documentos, la escultura Apolo y Dafne fue transportada a Villa Borghese en septiembre.
Según la mayoría de los críticos actuales, Bernini contó con la ayuda de su alumno, Giuliano Finelli, que ejecutó los detalles hábilmente tallados (ramas, cortezas, mechones de pelo).
La escultura está diseñada para una vista circular. Bernini trató de encontrar un ángulo que permitiera ver las emociones de Apolo y Dafne al mismo tiempo, de modo que el argumento de la obra quedara inmediatamente claro para el espectador, y no fuera necesario recorrer la estatua desde distintos lados.
Descripción de los personajes y de la trama
Cuando Apolo vio a Dafne, hija del dios del río Peneo, la flecha de oro de Cupido se clavó en su corazón. Quedó cautivado por la belleza de la ninfa y se inflamó de una feroz pasión por ella. Cupido jugó un truco cruel y envió otra flecha, la de plomo, al corazón de Dafne, provocando el odio. La bella ninfa nunca estuvo destinada a tener sentimientos por el otro.
Al ver a Apolo, Dafne empezó a huir del dios que, presa de una pasión desenfrenada, empezó a perseguir a su amada. Cuando las fuerzas de la bella ninfa se estaban agotando, se dirigió a su padre, Peney. Dafne pidió a Dios que la privara de la belleza que le había causado tanto sufrimiento y que cambiara su cuerpo, por lo que toda su vida se desmoronó. En cuanto la ninfa hubo pronunciado las últimas palabras de su oración, comenzaron unas metamorfosis increíbles.
La levedad abrazó todo el cuerpo de Dafne, su delicada piel se cubrió de una fina corteza, su pelo se convirtió en una densa copa de árbol, sus brazos y hombros se convirtieron repentinamente en ramas oscilantes, sus piernas, que adoptaron la forma de raíces entrelazadas, crecieron en el suelo y su rostro se ocultó tras una capa de densa vegetación.
A pesar de las transformaciones en el aspecto de la ninfa, Apolo siguió sintiendo un amor apasionado por ella. Incluso en esta forma, Dafne seguía siendo el objeto de la adoración del dios; puso la mano en su pecho y sintió el latido de su corazón bajo la capa de corteza. Apolo abrazó las ramas, como si fueran todavía los brazos de una hermosa doncella, y las besó. El árbol parecía retroceder ante el toque de un dios enamorado. Entonces Apolo pronunció las siguientes palabras:
A partir de ahora, ya que no puedes convertirte en mi novia, ¡te convertirás en mi árbol! ¡Árbol de laurel! Una guirnalda de hojas adornará mi cabeza. Mi lira y mi carcaj para las flechas estarán hechos de tus ramas. Estarás conmigo en todas partes, oirás exclamaciones de júbilo, glorificando las victorias de los generales romanos, verás cómo la gente se reúne en la plaza del Capitolio para ver los solemnes desfiles militares. Estarás en la puerta del emperador, sirviendo como su devoto guardia. El color gris nunca tocará mi pelo dorado, así que también tu follaje permanecerá siempre verde y joven».
Análisis del trabajo
La escultura Apolo y Dafne es una obra extraordinaria que parece moverse ante nuestros ojos. Es interesante observar la estatua desde diferentes ángulos. Cada ángulo abre una nueva visión de la solución compositiva. En un primer vistazo a la obra de Bernini, parece que el autor sólo representó a Apolo corriendo tras Dafne. Un estudio más detallado de la escultura revela la reencarnación mágica de la ninfa, la transformación de su imagen de bella doncella en árbol. El espectador parece ser testigo de los increíbles cambios. El foco principal está en el grácil cuerpo de la ninfa, pero en cuanto la mirada se desliza hacia arriba, las manos de la ninfa, literalmente frente a los ojos, se convierten en ramas de un árbol y sus piernas empiezan a crecer hacia el suelo.
Bernini ha representado con habilidad y naturalidad los mechones de pelo de Dafne, su figura cincelada y cubierta de corteza. El autor conocía los secretos del pulido de la superficie del mármol, permitiendo transmitir la belleza y la gracia de los protagonistas. La escultura parece increíblemente realista, está llena de emociones y experiencias, contiene un caleidoscopio de sentimientos contrastados. Mirando la obra de Bernini desde el lado izquierdo, el espectador observa la alegría de Apolo, que ha conseguido capturar al fugitivo, y el horror de Dafne.
Si se observa la obra desde el ángulo opuesto, la solución compositiva adquiere una lectura completamente distinta: parece que a la joven ninfa ya no le importa nada, y el dios enamorado de ella está asustado y atenazado por la desesperación. Bernini supo transmitir las contradicciones y el dramatismo en las imágenes de sus protagonistas.
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